lunes, 4 de febrero de 2013

Musica italiana, en las misiones Bolivia


Partitura del Archivo Musical de Moxos, en Bolivia

El próximo domingo 10 de febrero ofrecemos un concierto, junto a la Capilla del Sol, al que están todos invitados. Será en la Usina del Arte (Pedro de Mendoza 501, La Boca, Buenos Aires), es a las 11.30, y la entrada es libre. Nuestro programa estará dedicado en gran parte al repertorio italiano en los archivos de las Misiones Jesuíticas de Bolivia. 

A pedido de la sala escribí un comentario sobre el programa, que posteo a continuación, para que se preparen quienes vayan al concierto, o para que se informen todos los que no viven en Buenos Aires (una buena parte de los lectores de este blog):


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Música italiana en las Misiones Jesuíticas
Por Ramiro Albino

Cuando nos referimos al “Barroco Americano” entendemos claramente que estamos haciendo alusión a la música compuesta en las colonias españolas de ultramar, donde el estilo musical reinante era coincidente con el que estaba de moda en la península. Sin embargo, dada la amplitud y la diversidad del territorio comprendido por las posesiones de España en nuestro continente, hay cantidad de variantes, de estilos y de peculiaridades.

El concierto de hoy está dedicado a la música en las misiones jesuíticas de Chiquitos, ubicadas en el actual territorio boliviano, otrora español, y escrita en el período Barroco. Aún así, lo que vamos a escuchar es mayormente música italiana.

Fueron pocas las veces que los archivos misionales se nutrieron de música compuesta in situ, simplemente porque hubo pocos compositores habitando en esos pueblos. La mayor fuente de música para la capilla musical de cada misión fue lo que trajo cada jesuita, según sus posibilidades de comprensión, su gusto y su capacidad de cargar con papeles, o lo que se consiguiera copiar de otra reducción vecina. Y como cada uno venía de lugares distintos, las colecciones se armaron eclécticamente con las copias de ese material, constituyendo un caso singular. Podemos asegurar entonces que lo que se hacía en estos centros musicales era un “Barroco internacional

El programa que hoy nos ocupa se centra en la presencia de obras italianas o compuestas en estilo italiano y conservadas en el Archivo de Chiquitos, que alberga trabajos de Locatelli, Jommelli, Balbi, Giovanni Battista Sammartini, Vivaldi, Corelli, y obviamente Zipoli, que fue el más insigne compositor que pisó nuestro suelo en el siglo XVIII.

Zipoli era italiano, vivió entre Florencia y Roma, donde se codeó con la más alta elite de compositores de principios del settecento hasta que entró a la Compañía de Jesús y pidió ser enviado a las Indias. Llegó a Buenos Aires y de ahí pasó a Córdoba, donde murió mientras esperaba ordenarse sacerdote para ser misionero. Desde allí compuso música que se copió y envió a las misiones de los chiquitos, moxos y guaraníes.

Entre los desordenados papeles que se conservaron pese al paso de los siglos por la celosa cautela de los indígenas, encontramos en ellos gran cantidad de obras instrumentales. Mucha de esta música son transcripciones simplificadas de sonatas y conciertos de Corelli o de piezas para tecla de Zipoli, adaptadas para músicos de poco nivel técnico, o para las posibilidades de sus instrumentos.

Para el concierto de hoy elegimos hacer la Sonata opus 5 No 7 de Corelli, de la que encontramos dos movimientos en Chiquitos, bajo el nombre de Endechas y Suspiros, lo que nos permite suponer que en algún momento se conoció allí la sonata completa, y la Sonata en fa mayor para flauta dulce de Antonio Vivaldi (aparentemente su única sonata para este instrumento y continuo), cuya alemanda figura transcripta para teclado bajo el nombre Gloria mundi. También incluímos una suite de piezas en re menor escritas a la manera de Corelli, imitando sus motivos y maneras de escribir, y una transcripción anónima de la Pastoral de Domenico Zipoli.

Completamos el concierto con música vocal: tres motetes para solistas con mayor nivel técnico (Ad Mariam, O dulcissime Jesu y Angelus nostrae), y tres canciones de corte más popular, seguramente usadas para la devoción privada, o para procesiones o cantos masivos.

viernes, 1 de febrero de 2013

el triunfo de la utopía

El genial flautista e investigador Pedro Memelsdorff fue nombrado Director de la Schola Cantorum Basiliensis, cargo que asumirá en breve. Diario Clarín publicó hace pocos días una entrevista a Memelsdorff, que está en Buenos Aires. La posteo a continuación, porque me parece que tiene elementos de síntesis que hacen que estas pocas líneas indiquen la esencia de muchas cosas que hacemos hoy quienes nos dedicamos a la música antigua. Las partes señaladas con color, y el subrayado, son míos, reflejo de mis ideas, no del periodista que la escribió. 
 
Bienvenidos, si quieren, sus comentarios.






Pedro Memelsdorff: de utopías musicales

Por Federico Monjeau (fmonjeau@clarin.com)

Nacido en Buenos Aires en 1959 y radicado en Europa desde 1977, el flautista e investigador Pedro Memelsdorff es una figura central en el campo de la música antigua, al punto que acaba de ser nombrado director de la Schola Cantorum de Basilea. Entre varios postulantes, Memelsdorff accedió al cargo luego de un exigente concurso que incluyó conferencias, clases y planes de trabajo.

“Varios colegas me señalaron que la Schola estaba buscando alguien con un perfil doble, visible como artista y al mismo tiempo con cierto status académico”, explica el músico a Clarín en medio de unas vacaciones en Buenos Aires, antes de volver a su Bologna adoptiva y preparar la mudanza a Suiza.

El doble perfil de Memelsdorff presenta, entre otras cosas, una importante trayectoria artística al frente de su Ensamble Mala Punica, el dúo con el fortepianista Andreas Staier y actuaciones con Hesperion XX, mientras que su reconocida investigación musicológica se centra principalmente (aunque no exclusivamente) en el medioevo italiano.

Nombrado desde el 1° de enero de 2013, Memelsdorff asume sus funciones en estos días. En cierta forma, se trata de una vuelta al origen, ya fue en Basilea donde el músico empezó sus estudios de música antigua, que luego continuó en Amsterdam y en distintas ciudades italianas. Fundada en 1933, la Schola Cantorum es la primera institución consagrada a la interpretación y la musicología histórica. “Hace ochenta años eso era una utopía -describe Memelsdorff-; una utopía como pudo ser el surrealismo en París, sólo que mirando hacia otro lado.” ¿En qué sentido una utopía?

En el sentido de que cada uno pretendía acceder directamente a la fuente, hablar con Dios. El intérprete “antiguo” se sintió liberado del diktat del editor-intermediario, de la enseñanza dogmática “a la” Conservatorio de París, de una tradición que se autroclamaba como ininterrumpida e indiscutible. Y los primeros intérpretes antiguos, no casualmente en países protestantes como Suiza y Holanda, se sacaron de encima el culto de los conservatorios románticos y se enfrentaron directamente al dios-texto (partitura) sin nada en el medio. Una gran utopía. Al revés, los intérpretes románticos percibieron a los antiguos como exploradores científicos: sin inspiración, sin libertad. El menosprecio fue recíproco.

¿Y cómo se posiciona usted frente a esa disyuntiva?

Mi posición de base es deconstruir -o digamos enriquecer- esa dicotomía. Los antiguos buscaron capturar sobre todo el momento de gestación de la obra. Pero ese es un momento entre otros; a mí me interesan todos. Todos los momentos de la recepción de la obra merecen ser estudiados. Son las ramificaciones culturales producidas todo a lo largo de su vida.

¿Qué es hoy la música antigua?

Toda música es antigua. Lo que nos propone un conservatorio del siglo XX sobre una pieza del siglo VII es una entre muchas fotografías posibles de ese texto. Ahora se puede hacer historia de la historia, ver cómo se hizo música antigua en los ‘40, en los ‘60, en los ‘80, ver qué podemos aprender de los ‘60 y los ‘70, y no desecharlo porque pertenece y en cierta forma representa a los ‘60 y los ‘70. Lo que interesa es una mayor conciencia de la historia y de la historia de la recepción. Esto puede, por lo pronto, desactivar enemistades, aunque ya no quedan muchas, y por otro lado darle al intérprete la conciencia de que la hibridación es inevitable. Interesan nuevas formas de hibridación, la interacción entre distintas concepciones vocales e instrumentales, entre música y contexto, entre artes diferentes. La música antigua ya no existe como creíamos conocerla. Empieza, creo, una fase nueva.

Si quieren ver la nota en su contexto original, hagan clik aquí


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