martes, 18 de febrero de 2014

Fotos de músicos


Hombre tocando un pututu. Fotografía de Martín Chambi



Me pidieron un texto para el catálogo de una muestra de fotografías de músicos latinoamericanos tomados por diversos autores (uno de ellos es Martín Chambi, el autor de la foto que ilustra este post).

Trabajé mucho para escribirlo, leyendo libros de iconografía e intentando descubrir algunas de las razones por las que a lo largo de toda la historia del arte hubo tantas representaciones de gente tocando o portando instrumentos musicales. Fue un trabajo buenísimo que me llevó meses de lectura desordenada para llegar a un texto que no publicaré hasta que el catálogo no esté impreso y la exposición colgada.

Pero además de leer textos, pasé buenos ratos mirando las fotos de la exposición. Imágenes de alta calidad, buena definición y por sobre todo, una estética siempre cuidada. Me puse entonces a pensar nuevamente sobre la imagen y la música (los dos ejes sobre los que gira mi vida), y especialmente sobre las imágenes que los músicos ofrecemos en gacetillas y envíos, y sobre la cantidad de imágenes de mala calidad que consumimos a diario. Escribí entonces cinco ideas que subí a mediodía a Twitter y que ahora comparto por este medio. Aquí van:

1 – Estamos en permanente contacto con imágenes de mierda (con perdón). Así como cuidamos qué comemos podríamos cuidar qué miramos #FotosDeMusicos

2 – Las fotos que los músicos usan para difundirse son aburridas, pasadas de moda o tan caseras que dan vergüenza. Attenti, colegas! #FotosDeMusicos

3 – No alcanza con que tu instrumento sea hermosísimo ni con que el músico sea un modelo. Una buena foto es otra cosa #FotosDeMusicos

4 – Cuando era estudiante de diseño soñaba con un “comando de buen gusto”, que anduviera por ahí borrando lo feo. Resucito el sueño #FotosDeMusicos

5 – Las #FotosDeMusicos que hacen música popular son mucho más lindas-divertidas-interesantes que las de los clásicos

miércoles, 12 de febrero de 2014

clarísimo

Información / Conocimiento

Lo encontré el otro día en facebook, y es clarísimo. Sobra cualquier explicación (lo interesante es aplicarlo y no sólo maravillarse con el poder de síntesis del autor)

sábado, 8 de febrero de 2014

compartir ideas...




Algunos de los participantes del curso que terminé de dar ayer en Mendoza. Estuvo a mi cargo, junto a Griselda López Zalba (la cuarta de izquierda a derecha)

A lo largo de mi carrera, y con mucha menos regularidad que la que rige mis actividades artísticas, he dedicado tiempo a dar cursos. Justo ayer terminé de dar uno en la ciudad de Mendoza, en el que trabajamos música del Barroco italiano. 

Hace algunos años, cuando terminaba una actividad como esta, todos se iban, se dispersaban (ayer, por ejemplo había gente de Mendoza, pero también de Buenos Aires, San Rafael y Chile) y todo quedaba en la nebulosa de los recuerdos. Ahora termina el curso y los alumnos suben impresiones a Facebook, y eso es un feedback buenísimo, entre lo que ellos mismos escriben y lo que comentan sus amigos o colegas. Corroboro entonces ideas que tenía desde hace tiempo, pero que ahora las puedo ver más claramente. 

Me quedé pensando entonces en la alegría que significa dar un curso, y como quisiera que esa alegría se multiplicara, me tomo unos minutos para compartir aquí esas conclusiones tan obvias como felices. 

¿Por qué me pone feliz dar un curso?

  • Porque me ayuda a sistematizar y ordenar conocimientos que a veces tengo repartidos entre mi memoria y mis lecturas
  • Porque poner palabras a esas ideas me ayuda a replantearlas y así reforzarlas
  • Porque diseminar ideas es un acto de generosidad con el medio
  • Porque se genera en los alumnos una inyección de preguntas que les hace replantearse cuestiones fundamentales de sus responsabilidades y modos de afrontarlas
  • Porque algunos alumnos descubren que pueden hacer cosas que jamás imaginaron (y el momento en que eso pasa es realmente inolvidable)
  • Porque esos temas que amo (no concibo la idea de dar cursos si no estamos enamorados de las temáticas) de pronto encuentran nuevos adeptos


Un puñado de cantantes terminó ayer el curso y se diseminó ayer por diferentes lugares. Desde mi casa los imagino entre la fantasía y los recuerdos que tengo de las múltiples veces que viajé a tomar cursos y volví  con la alegría de saber que por fin tenía "la" llave para destrabar ciertas cosas. Estoy seguro que todos ellos hablaron ayer u hoy con sus familias, amigos o parejas sobre el mundo nuevo que se les abrió.

Eso también me pone contento: por unos días hay un grupito de gente encendida que tiene ganas de hacer mejor las cosas.

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