miércoles, 9 de diciembre de 2015

Escuchando discos de música del Barroco Americano



el conjunto inglés Florilegium, que grabó música colonial varias veces, en Bolivia.

Hace veinte años yo era estudiante y me comenzó a interesar la música del Barroco Americano. Intenté preguntar en mi facultad y buscar bibliografía, pero no encontré casi nada (en parte porque había poco, pero además porque no sabía por dónde empezar).

Sin embargo, hubo otros interesados en el tema (seguramente movidos por la conmemoración del 5to Centenario de la conquista de América), que habían grabado algunas cosas, y de a poco pude conseguir sus discos. Durante mucho tiempo me “formé” en el tema leyendo los booklets de los CDs y escuchando de la manera más analítica posible. Aprendí mucho, aunque de manera muy desordenada, y más tarde conseguí bibliografía, tomé clases, viajé por todo el continente y comencé un largo proceso de orden de ideas que todavía no concluye. Aún así, seguí comprando discos de ese repertorio, porque me ayudan a conocer autores y archivos, porque me muestran cómo va variando la estética de la interpretación de esa música, y porque siempre hay cosas nuevas para descubrir.

Durante los últimos días, aprovechando que ya no tengo conciertos hasta fin de año, y pensando en un libro sobre el Barroco Americano que quiero escribir durante el verano, me puse a escuchar con atención los últimos discos que compré o traje de algún viaje, esos que tenía aún cubiertos con celofán, o que había escuchado sin mucho detenimiento apenas los conseguí,. Varias cosas me llamaron la atención:

1 – Es increíble la cantidad de errores en los textos cantados. Eso me resultó lo más increíble: hay cantantes que modifican las letras de los villancicos y motetes (cambiando incluso el sentido de los mismos), y parece que nadie se dio cuenta durante la grabación o edición. Es increíble esa falta de respeto al texto literario, sobre todo en un repertorio donde abundan los villancicos, género por excelencia de la “poesía cantada”.

2 – Hay una gran cantidad de discos aburridísimos. Creo que muchos registros discográficos de repertorio americano no están planteados desde una actitud artística sino más bien científica, o pseudo-científica. Se graba cualquier cosa y en cualquier orden, archivos completos descontextualizados (quizás para alardear de que son “primera grabación mundial”), series interminables de piezas cortas e inconexas. ¿Por qué califico a esto de “científico”?, porque quizás en un simposio de investigadores académicos o especialistas se disfrute de conocer cierto repertorio, a modo de ejemplificación de una ponencia teórica, pero si uno pone el disco en su casa o en su auto mientras hace un viaje largo, se hace difícil encontrar el deleite.

3 – Buena parte de los discos parecen responder al placer o los caprichos de directores o musicólgos, pero se nota que no fueron pensados para satisfacer la necesidad del público de disfrutar, o relajarse escuchando. Esto se relaciona con lo aburrido de esos discos, que quizás serían un material ideal para dar clase en la universidad, pero no para escuchar desde un sillón.

En síntesis: el repertorio y su praxis han crecido de manera notable en los últimos años (eso hay que celebrarlo!), pero en algunos aspectos queda mucho por crecer. Los discos (y los conciertos!) deberían plantearse de otra manera y con otros cuidados, si es que se sigue grabando discos, porque creo que el CD va muriendo poco a poco, aunque de eso aún no estoy seguro.


De todas maneras: Gracias a los discos que me (nos) han dado tanto!

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